Cómo una música limpia y cuidada puede atrapar a todos los públicos y remover conciencias
Los miembros de OINOZ teníamos ganas de abordar un tipo de música, el soul, que ha sido, sin ningún género de dudas, cimiento de algunas de las grandes obras musicales de las últimas décadas.
Sí, porque a pesar de que durante años no ha copado el protagonismo que han tenido otros géneros, como nuestro querido rock and roll, el soul ha sido el canalizador de muchos hitos culturales del siglo XX. Para empezar, la puesta en valor de muchísimos de los artistas que lo englobaron, en su inmensa mayoría de raza negra, frente al colectivo wasp (blanco, anglosajón y protestante), en Estados Unidos, país en el que mayor desarrollo tuvo esta música y que permitió una mayor visibilidad de los problemas del espectro afroamericano.
La leyenda de músicos únicos como Louis Armstrong, Otis Redding, Ben E. King, Ella Fitgerald, Nina Simone o Aretha Franklin, por citar sólo algunos de sus más ilustres representantes, no ha Areta hecho más que engrandecerse, porque estamos ante un tipo de música que reúne los elementos claves que un buen producto musical debe tener. Algo que, como sabéis bien, cuidamos con sumo detalle en OINOZ desde el viñedo para que disfrutéis de los mejores vinos.
¿Qué es la música soul?
Hablamos de la música surgida a partir del góspel que sonaba en las iglesias evangelistas del sur de Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX, cuyas agrupaciones corales estaban formadas por afroamericanos de excelentes y trabajadas voces. Una de las historias recurrentes, alusiva a los primeros compases del género, tiene que ver con Sam Cooke, autor del hit atemporal (What a) wonderful world, que moriría con apenas 33 años en extrañas circunstancias, pero que tuvo tiempo y agallas para componer algunas de las canciones más recordadas del género y ganarse un prestigio hasta entonces desconocido para un intérprete negro. De hecho, llegó a firmar con RCA que era una de las tres mayores discográficas del momento y se convirtió casi de la noche a la mañana en un superventas. Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que, en parte, la salida del soul (música con alma) de las iglesias a la calle, se debió a su abrupta y meritoria proyección.
¿Cómo surge el soul?
Fundamentalmente porque, en aquellos tiempos en los que el rock and roll empezaba a despuntar, a partir de los años 50 del siglo XX, también era evidente que existía un movimiento reivindicativo latente, sobre todo en el sur de los Estados Unidos, que se concretaría en la década de los 60. Lo contaba Jonathan Gould en su colosal biografía sobre Otis Redding, publicada en España en Neo Sounds, “los muros que separaban la música popular negra de la blanca comenzaron a desmoronarse precisamente durante unos años en los que las tensiones raciales en Norteamérica alcanzaron niveles críticos”.
Así las cosas, la música soul venía a representar la bandera del colectivo negro afroamericano, que iba dando pequeños saltos hacia una equiparación real en toda la sociedad, aunque, a estas alturas -lo hemos visto a partir del movimiento Black lives matters– todavía hay aristas que pulir en ese sentido.
De hecho, hay que decir que, en un momento en el que la cultura del ocio integra una revolución cultural sin precedentes -fue un negocio muy lucrativo- emerge toda una industria en torno a la música, que moldea a sus cantantes como auténticas estrellas (muchas lo son), que fija estructuras de funcionamiento que perdurarían en el tiempo como las buenas añadas de vino- managers, productores, agentes, músicos de estudio…- y se suben al carro del marketing con una proyección que alcanza a todo el Occidente libre.
¿Qué ha supuesto el soul?
Como vemos, el soul surge casi en paralelo con la eclosión brutal que tuvo el rock and roll, y ambos géneros beben de músicas parecidas -en el caso del soul sobre todo del góspel (muchas de sus grandes figuras comenzaron cantando en los coros de sus iglesias evangelistas), además del jazz, aunque ambas tienen fuertes raíces de blues-, y a pesar de que durante mucho tiempo su catalogación ha sido un tanto difusa, existen pocas dudas sobre su influencia en la música actual. En particular, en ámbitos tan enormemente populares (y económicamente rentables) como el rythm and blues u otras manifestaciones de posterior creación como el funk, el hip hop, el rap o la música disco.
Socialmente, aquellas canciones, aquellos intérpretes, sus grupos… La presencia que fueron ganando en el espectro cultural norteamericano representó un acicate más para el crecimiento de una conciencia igualitaria, en un momento en el que Estados Unidos vivía disturbios día sí y día también y reivindicaciones justificadas como consecuencia del florecimiento de la conciencia racial y el desarrollo del movimiento por los derechos civiles.
La música, amig@s, mueve montañas.
Las grandes discográficas del soul
El sello de Memphis Stax Records es, sin lugar a dudas, uno de los elementos fundamentales de esta historia. Lo curioso es que lo crearon dos hermanos blancos del estado de Tennessee, Jim Stewart y Estelle Axton, que apasionados por la música negra detectaron que allí había negocio. ¡Y acertaron! Fue la discográfica, por ejemplo del colosal Otis Redding, autor, entre otras maravillas del (Sittin’ on) the dock of the bay. Una singular casa de discos que llegó a aliarse con Atlantic, pero que, tras 18 años de aventura, acabaría quebrando en 1975.
Ahora bien, si hay una label que realmente se asocie a la música afroamericana del siglo XX, esa es la Motown (motor city town) Records, originaria de Detroit, y artífice de algunos de los mayores éxitos de la música del siglo XX, así como catapulta para enormes artistas como los primeros Jackson, Marvin Gaye, Stevie Wonder o Dianna Ross, entre otros muchos. Fue tan importante que llegó a dar nombre a un sonido, el Motown sound, y a acaparar hasta casi medio centenar de sellos diferentes dentro de la matriz. Una seña de identidad para el colectivo afroamericano, pero a la vez un pasaporte hacia la buena música para todos los mortales como nos gusta decir a los miembros de OINOZ. Hasta el próximo mes amigos, nos bebemos y oímos pronto.