El poder sanador, reparador y unificador de la música

Ya sabéis que una copa de vino de vuestros amigos de Oinoz junto a vuestra música favorita tras un día de intenso trabajo es “mano de santo” pero lo que seguro que muchos no conozcáis es el poder sanador y pacificador de la música. Aquello de la música amansa a las fieras, que tantas veces hemos empleado. Si echamos un vistazo a la web del Instituto Cervantes, vemos que ese proverbio «alude al efecto tranquilizador que ejerce la música y se puede aplicar tanto a animales como a humanos».

Existe una corriente de pensamiento que apunta que hay que ir avanzando al feto, en el periodo de gestación de las madres, música clásica para ser más exactos. De hecho, hace unos años una marca lanzaba unos auriculares que llegaron a recibir enormes críticas, dado que la ciencia no había demostrado nada al respecto.

 

Para niños y mayores

Lo que es cierto es que la música al menos distrae, asienta y tranquiliza a pequeños que, de otra manera, parecen tener pilas ilimitadas. Así las cosas, si a un bebé le acostumbras a escuchar canciones con las que se pueda identificar, verás como no tardará en gesticular y bailar. De ese modo, vas a ir cosechando pequeños triunfos. Los niños, algunos en particular, a ciertas edades no pueden ser considerados fieras, pero sí son torbellinos que no paran un segundo quietos.

Otro colectivo, habitualmente el de mayor edad, y más concretamente personas que tienen problemas de memoria, encuentran en la música un enorme aliado para recordar, para saborear otro poco una vida en muchas ocasiones dilatada en el tiempo, con sinsabores. La sonrisa suele dibujarse en la comisura de sus labios con clásicos de su juventud. Sí, porque todos tenemos nuestros propios clásicos. El poder de la música.

Pero, si vamos a un sentido más global, podemos decir que individuos de diferente condición social, cultural o económica… pueden disfrutar a la vez de una misma canción de un mismo grupo o solista favorito. Pese a pensar de una manera diametralmente diferente o ver la vida desde prismas opuestos. Pero, el poder de la música no se queda ahí, porque, en esos mismos espectáculos se puede concitar la presencia de personas de diferentes generaciones.

 

La música, sinónimo de solidaridad

La realidad es que la música tiene magia, nos une en torno a un grupo, en un recinto concreto. Lleva a gente a hacer largos viajes, a gastar fortunas por acudir a un festival para el que llevan ahorrando todo un año. A convertirse en groupie de su banda favorita. A adoptar una apariencia concreta porque es la que lleva su cantante predilecto… Pero lo más apasionante de la música es que nos alía, nos sitúa en un mismo bando, y ese bando en ocasiones nace de la solidaridad. Lo hemos visto a lo largo de la Historia.

Por ejemplo, cuando tuvieron lugar enormes hambrunas en Etiopía y Somalia los mejores cantantes del momento, en 1984, se dieron cita en un estudio para grabar -dejando egos aparte la mayoría- el himno solidario por antonomasia, que es We are the world.

 

 

Pero, poco después se convocaba el Live Aid, para conseguir fondos con igual fin. Años más tarde ese mismo certamen se reviviría con el Live 8, que pretendía concienciar sobre la importancia de apoyar a aquellos que no tienen acceso a recursos porque la pobreza, veinte años más tarde persistía, y, por desgracia, seguirá persistiendo.

 

Mucho más que sonidos

Lo hemos visto en muchas ocasiones: la música es mucho más que sonidos. Es un lenguaje universal. Mucho más que notas musicales que, sobre un pentagrama, posteriormente son proyectadas por unos instrumentos. La música mueve montañas. Alienta las almas, resucita los sentidos.

Tras enormes desastres naturales, ataques terroristas… ha resonado la música para llevar paz a muchos corazones rotos, pero, si nos permites aludir a ello, también a menor escala, cuando ha acontecido algún problema en ámbitos más locales. Nos trasladaba un amigo músico la colosal ola de solidaridad -con varios conciertos incluidos- que se ha dado este pasado verano en municipios que han sufrido importantes incendios.

Los Oinoz somos conscientes del poder de la música. Nos ha unido, nos guía. Disfrutamos con ella. La vivimos. Brindamos por ella siempre que tenemos ocasión. Porque nos hace felices, nos permite ver los días de otra manera. Con esperanza. Con una sonrisa. Y por eso hoy queríamos dar las gracias a la música por ese poder sanador y reparador que tiene.

¡Salud amigos!

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